El análisis de Trotsky sobre el ascenso de la burocracia y la victoria de la contrarrevolución estalinista es uno de los tesoros de la humanidad. Sin esto los marxistas habrían estado andando a tientas en la obscuridad para encontrar un camino para avanzar. En su diario en exilio, Trotsky resumió su contribución en la manera siguiente:
"El trabajo en que estoy comprometido ahora, a pesar de su naturaleza extremadamente insuficiente y fragmentaria, es el trabajo más importante de mi vida - más importante que 1917, más importante que el período de la guerra civil o que cualquier otro"
“Para mayor claridad lo pondría de esta manera. Si no hubiera estado presente en 1917 en Petersburgo, la revolución de octubre todavía habría ocurrido - a condición de que Lenin estuviera presente y en la dirección. Si ninguno de los dos, Lenin y yo hubiera estado presente en Petersburgo, no habría habido revolución de octubre: la dirección del partido Bolchevique la habría prevenido de ocurrir - de esto no tengo la menor duda. Si Lenin no hubiera estado en Petersburgo, dudo si yo habría podido manejar conquistar la resistencia de los líderes Bolcheviques. La lucha contra el “Trotskismo” (es decir, contra la revolución proletaria) habría comenzado en mayo de 1917, y el resultado de la revolución habría estado en cuestión. Pero repito, garantizada la presencia de Lenin, la revolución de octubre habría sido victoriosa de todos modos. Lo mismo se podría decir de la guerra civil, aunque en su primer período, especialmente a la hora de la caída de Simbirsk y de Kazan, Lenin dudó y fue sitiado por dudas. Pero éste era indudablemente un estado de ánimo pasajero que él incluso probablemente nunca admitió a cualquier persona, solamente a mí”
"Así no puedo hablar de la “indispensabilidad” de mi trabajo, incluso sobre el período a partir de 1917 a 1921. Pero ahora mi trabajo es “indispensable” en el completo sentido de la palabra. No hay arrogancia en esta declaración en absoluto. El colapso de las dos Internacionales ha planteado un problema que ninguno de los líderes de estas Internacionales están en absoluto capacitados para solucionar. Las vicisitudes de mi destino personal me han enfrentado con este problema y me han armado con una experiencia importante para enfrentarlo. Ahora nadie hay excepto yo para realizar la misión de armar una nueva generación con el método revolucionario sobre las cabezas de los líderes de la Segunda y Tercera Internacional". (Diario en el exilio, pp53-54)
No hay un átomo de arrogancia personal, aún menos “pesimismo” en estas líneas. Trotsky era el primer disidente verdadero, junto con el resto de la Oposición de Izquierda, para oponerse al Estalinismo. Ellos eran los firmes defensores de la democracia obrera contra la contrarrevolución estalinista.
La lucha entre Trotsky y Stalin no era en absoluto “personal”. En 1937, antes de la investigación de la Comisión Dewey en los juicios de Moscú, Trotsky explicó su rol y el de Stalin: "Ni Stalin ni yo nos encontramos en la actual posición accidentalmente. No creamos estas posiciones. Cada uno de nosotros entra en este drama como representante de ideas y de principios definidos. En su momento, las ideas y los principios no cayeron del cielo, sino que tenían raíces sociales profundas. Por ello es porque uno debe tomar, no la abstracción psicológica de Stalin como “hombre”, sino su personalidad histórica concreta como líder de la burocracia soviética. Uno puede entender los actos de Stalin solamente partiendo de las condiciones de la existencia de un nuevo estrato privilegiado, codicioso por las comodidades materiales, aprensiva por su posición, temerosa de las masas, y con un odio mortal a toda la Oposición". (de La Biografía incompleta de Stalin de Trotsky).
El ascenso de Stalin al poder no fue en absoluto debido a alguna cualidad personal superior, pero estaba con el "la ayuda de una maquinaria impersonal. Y no fue él quien creó la máquina, sino que la maquinaria lo creó a el”.
La revolución rusa fue vista por los bolcheviques como preludio a la revolución mundial. Las derrotas y los reveses internacionales, sin embargo, resultaron en su aislamiento. En el aislamiento Rusia nunca estaría lista para el socialismo. Karl Marx enfatizó que el principio del socialismo implica una técnica más alta que el del más alto nivel alcanzado por el capitalismo (en la era moderna eso significa más arriba que los EE.UU. hoy).
El aislamiento de la revolución llevó al comienzo de la cristalización de una élite burocrática. Este aislamiento, en primer lugar, se debió al papel de la social democracia que traicionó la revolución en Europa Occidental. Pero tras la muerte de Lenin; Stalin, Zinoviev y Bujarin, en oposición a Trotsky, substituyeron la confianza en el movimiento independiente de la clase obrera y en la paciente construcción de fuertes e independientes partidos comunistas y de líderes, por una política de presión diplomática y de cortejar líderes de izquierda. Esto dio lugar a derrotas que en cambio reforzaron la posición de la burocracia, que apartó gradualmente a la clase obrera a un lado.
Éste fue un proceso y no un acto. Había una correlación dialéctica entre el ascenso de los estratos conservadores en la URSS, que actuaba como freno del movimiento de trabajadores internacionalmente y dirigió a derrotas, y al endurecimiento del control de los círculos oficiales privilegiados dentro de la misma Unión Soviética. Inicialmente, Stalin deseaba el éxito de la revolución. Sin embargo, sus propios métodos burocráticos conservadores, tanto políticamente como organizativamente dentro de los partidos comunistas fuera de Rusia, promovieron las derrotas de la clase obrera.
“Aislado” y difamado por los recursos enormes de la estalinizada Internacional Comunista (Comintern), Trotsky sin embargo, proporcionó un brillante y oportuno consejo, que de haberse seguido, habría evitado en Alemania, por ejemplo, la victoria catastrófica de los nazis en 1933. Los escritos de Trotsky sobre el facismo, particularmente su defensa del frente unido de trabajadores, organizaciones para detener el ascenso de Hitler, son una de sus contribuciones más grandes. El estudio de sus escritos en este período, proporcionan la llave para una comprensión del fenómeno del Haiderismo y el Neo-facismo, incluyendo los peligros y sus debilidades actualmente.
Pero con la victoria de Hitler, la consolidación de la burocracia como un estrato conservador (con intereses separados y aparte de las masas de la clase obrera en la URSS e internacionalmente) ocurrió aceleradamente. De desear ver la revolución exitosa internacionalmente, por el tiempo de la revolución española de 1936; las capas dominantes desarrollaron un miedo obsesivo y mortal al triunfo de la revolución en cualquier parte.
La burocracia entendió que la victoria de la revolución social en occidente podría estimular una sublevación de las masas en la Unión Soviética, no contra los logros de la revolución, la economía planificada, pero si contra el elite privilegiada y usurpadora representada por Stalin. Por lo tanto, una guerra civil unilateral fue realizada bajo la forma de juicios y purgas. Esto se ha descrito gráficamente en los libros de Vadim Rogovin, particularmente en 1937, Año del terror de Stalin.
El principal demandado en los Juicios de Moscú era el ausente León Trotsky. Incluso al leer los libros de “expertos” de este período de historia, usted no tendría ningún dato de esto. Alexander Solzhenitsyn, por ejemplo, en su supuesta; “historia” del “gulag”, menciona solamente a regañadientes a los trotskistas y nunca indica quien era Trotsky y sus ideas que fueron temidas por Stalin y la burocracia. Eran estas ideas las que estaban en Juicio en Moscú.
Trotsky y los cercanos a él sufrieron la persecución más feroz a manos de la maquinaria asesina de Stalin. Incluso en las fauces de esta maquinaria monstruosa, Trotsky produjo su brillante análisis del estalinismo que, mejor que todo lo demás, previo el futuro de la “USSR” bajo este sistema totalitario. En 1936 él pronosticó dos posibilidades para la URSS: “Una sublevación exitosa de la clase obrera rusa, una revolución política y la restauración de la democracia; o la vuelta del capitalismo con calamitosas consecuencias para las masas de la población".
Esto es lo que él escribió en La Revolución Traicionada: "Un colapso del régimen soviético llevaría inmediatamente al colapso de la economía planificada, y así a la abolición de la propiedad estatal. El enlace de fuerza entre los sindicatos y las fábricas entonces desaparecería. Las empresas más exitosas tendrían éxito en salir al camino de la independencia. Puede ser que se conviertan en compañías de reserva, o podrían encontrar alguna otra forma transitoria de propiedad - una, por ejemplo, en que los trabajadores participarían de las ganancias. Las granjas colectivas se desintegrarían al mismo tiempo, y más fácilmente".
Él entonces escribe: "La caída de la presente dictadura burocrática, si no es reemplazada por un nuevo poder socialista, significaría así una vuelta a las relaciones capitalistas con una declinación catastrófica de la industria y la cultura".
¿Cuarenta y cuatro años más tarde, en una forma casi químicamente pura, no es acaso esto lo que ha sucedido como resultado del colapso del estalinismo?
Debido a este análisis fue que solo los Trotskistas - particularmente los adherentes al Comité por una Internacional de Trabajadores (CIT/CWI) – quienes entendieron completamente las consecuencias del derrumbamiento del estalinismo, no sólo para la ex Unión Soviética y los países de Europa Oriental, sino que para las relaciones mundiales también. Cuando los capitalistas proyectaban los estándares de vida para las masas de estos países comparables a Alemania o a los EE.UU., nosotros precisamos que ellos serían afortunados si disfrutaban los estándares de vida de América Latina. En verdad, incluso esta perspectiva demostró ser optimista, pues los estándares de vida de las masas se han hundido al nivel de las peores partes del mundo neocolonial. La esperanza de vida de un hombre medio en Rusia está apenas sobre Nigeria pero más baja que Filipinas y en el nivel de la India.